Los miembros de Low Impact Fishers of Europe (Plataforma LIFE) aspiran a pescar de manera poco impactante, para minimizar su impacto en el medio ambiente al tiempo que maximizan sus contribuciones socioeconómicas a sus comunidades. Este planteamiento se basa en una lógica medioambiental y económica sólida: utilizando las artes adecuadas, en el lugar adecuado y en el momento oportuno, los pescadores artesanales de bajo impacto pueden realizar capturas estacionalmente diversas, dentro de la capacidad de crecimiento y reproducción de las poblaciones de peces, al tiempo que obtienen un precio justo por su pescado.
Como creadores de precios, pueden beneficiarse del valor que añaden a sus capturas: proporcionando una captura diaria de pescado fresco de alta calidad, de temporada, capturado localmente, utilizando métodos tradicionales y manteniendo un rico patrimonio cultural. Merece la pena invertir en todo ello pagando un precio justo directamente a los pescadores.
La lógica de la pesca artesanal de bajo impacto y escaso volumen contrasta notablemente con la pesca más intensa, de alto impacto y gran volumen. Estos últimos ganan dinero con el volumen y no con el valor. Dependen de la captura de varias toneladas de pescado al día y de la venta a mercados masivos, donde pueden permitirse el lujo de aceptar precios. Los elevados volúmenes de pescado capturados por este sector tienen un efecto depresivo sobre los precios de mercado y, si no se gestionan adecuadamente, un efecto depresivo sobre las poblaciones de peces.
La mayoría de los consumidores europeos eligieron la opción de gran volumen y escaso valor, comprando su pescado en supermercados, prefiriendo el pescado congelado al fresco, las importaciones (70%) al pescado capturado localmente (30%), y 5 especies principales -atún, salmón, bacalao, abadejo de Alaska y gambas- por encima de todas las demás, confiando en unas cadenas de suministro que consumen mucha energía, derrochan dinero y actúan justo a tiempo.
Hace dos semanas, la naturaleza perversa de la pesca intensiva de gran volumen salió a la luz en forma de una captura extraordinaria realizada por el pesquero War Raog IV. Registrado en Francia, el buque es en realidad propiedad de la multinacional holandesa Cornelis Vrolijk, miembro de la Pelagic Freezer Trawler Association (PFA), propietaria de algunos de los buques pesqueros de gran volumen más grandes, potentes y eficientes del mundo. Los costes económicos de mantenimiento de tales buques les obligan a seguir pescando, con una lógica económica basada en hacer su agosto, obteniendo beneficios anuales de millones de euros.
El War Roag IV es un cerquero de 17 metros, con una capacidad de bodega de unas 30 toneladas. El martes 21 de febrero, el buque rodeó una agrupación de desove de mero (Argyrosomus Regius) de entre 120 y 150 toneladas, acabando con el lote.
Sin duda, estas prácticas pesqueras anticuadas, inapropiadas y no gestionadas no tienen cabida en el siglo XXI.st siglo?